Preguntas que debes responderte antes de emprender

Por Diana Carintia García Madrid

La economía actual está cambiando. En parte por necesidad, en parte por decisión propia, cada vez más, los ciudadanos buscan auto emplearse. Según los censos económicos hechos por INEGI en 2009, el 95.2% de las empresas del país son microempresas, las cuales contribuyen a generar el 45.6% de los empleos. No obstante, se dice que el 80% de las empresas no sobrevive los primeros 5 años. ¿Qué le está faltando a nuestros emprendedores? ¿Podemos atribuir todos los cierres a la economía del país?

¿Cómo pueden los emprendedores arrancar una idea de negocio que esté bien planteada y minimizar los riesgos para garantizar el mayor nivel de éxito posible?

Por supuesto no hay una respuesta correcta a esta pregunta y las cosas que funcionan para algunas empresas no funcionan para otras. Sin embargo, es importante incitar al emprendedor a plantearse algunas preguntas antes de precipitarse a la acción.

Antes de iniciar cualquier actividad, el emprendedor debería haber trabajado no sólo en el concepto de lo que desea vender, sino también en el diseño completo del modelo de negocio que desea arrancar, y mucho antes que todo eso, debe reflexionar sobre sí mismo primero.

Las primeras preguntas que necesita plantearse el emprendedor son sobre sí mismo: ¿Qué quiero? ¿Qué tengo?  y ¿Qué puedo?

El emprendedor debe evaluar en principio si lo que desea de verdad es iniciar un negocio propio, o sólo está desesperado. Emprender un negocio implica mucha entrega, iniciativa, autodisciplina, empuje. Al principio no existen los horarios, y sí se requieren muchos sacrificios. Será muy fácil desistir ante los problemas si no se tiene una verdadera convicción.

Si el negocio del emprendedor satisface una necesidad superior de autorrealización o de contribución a la sociedad,  será más fácil mantenerse motivado. Debe creer en algo y otros creerán en él. El éxito de una empresa tiene que ver en principio con el concepto que tenga el emprendedor de sí mismo y con su plan de vida.

Lo segundo que debe plantearse un emprendedor es ¿Qué tengo? Y con ello me refiero a cualquier activo que el emprendedor ya posea: desde activos físicos como equipo de cómputo,  un carro, un local; hasta aspectos internos de la personalidad, conocimientos y experiencia.

Una persona debe ser muy objetiva para evaluar si en verdad tiene el carácter para vender, o si tiene los conocimientos técnicos que el negocio le demanda para operar, o los conocimientos básicos para administrar y dirigir un negocio. Debe tener al menos alguna de las tres o de lo contrario estará jugando con fuego. Las otras dos, en caso de no tenerlas deberá suplirlas de alguna manera. Las formas más comunes de suplirlas son: autoestudio, consultoría, socios, adquisición de franquicia.

¿Qué debe hacer para cubrir los aspectos que le faltan? Lo que sea necesario. Pero debe estar ahí, debe ser parte de la fórmula. Debe estar presente en su diseño de negocio. ¿La persona carece del talento que implica desarrollar exitosamente una de las partes del negocio? Entonces debe diseñar su atracción. De lo contrario, el negocio desde su concepción, estaría condenado al fracaso.

El emprendedor debe estar abierto en todo momento a buscar ayuda, rodearse de talento y trabajar en sus propias habilidades y destrezas. Y debe comprometerse con este proceso desde que se plantea la idea de negocio y por todo el tiempo que éste dure.

Si el emprendedor no está dispuesto a aprender, desaprender, experimentar cosas nuevas, incursionar en nuevas tecnologías, hablarle al mercado en formas innovadoras, y seguir estudiando y capacitándose, entonces sería mejor que no arriesgue su dinero.

Por último, el emprendedor debe preguntarse ¿qué puedo? Es decir, ¿qué puedo hacer con todo esto que quiero sumado a lo que ya tengo? Es aquí donde me gustaría aconsejar al emprendedor poner el mayor énfasis de la decisión en lo que tiene en términos de capacidades, conocimientos y experiencia.

Es aquí donde conviene ponerse creativo y pensar cómo y en qué forma puede aportar el emprendedor a la sociedad, enfocado a un mercado que pueda recibir lo que el emprendedor tenga para dar, es decir, una oferta de valor. Hasta este punto, sólo me refiero al bosquejo de la idea.

Una vez que ha resuelto estas preguntas, si el emprendedor se siente deseoso de iniciar una vida de emprendimiento, es momento de diseñar su modelo de negocio y eso significa que el emprendedor está listo para dar el primer paso. Haberse planteado estas reflexiones es apenas el paso previo para tomar la decisión de entrar o no, por un camino sinuoso, pero que puede tener muchas recompensas también.

Cabe mencionar que no todas las personas tienen madera de emprendedores, y no todas necesitan serlo. Es importante que la persona que se está planteando iniciar un negocio sea sincera consigo misma y busque la realización de sus ideales de la mejor forma posible, valorando sus aspiraciones y fortalezas, así como sus debilidades o carencias.

Una vez que el emprendedor elije este camino, le esperan una cadena interminable de decisiones por tomar. La libertad y creatividad que puede llegar a experimentar son totales. Lo importante es dar el primer paso, pero estando bien consciente de que ese paso lo va a llevar, no a dónde quiere llegar, sino por donde realmente desea caminar.

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